jueves, 9 de agosto de 2007

Hay que llamar a la tormenta a ver si llueve, para salvar al arbolito que se muere...


Hasta el último de mis libros daría por rebobinar y vivir de nuevo cada segundo positivo de los que aquí pasé, de los días de tormenta prefiero no acordarme.
Siempre adelante aunque los huracanes nos abatan, los días buenos los recordaremos tal y como sucedieron; con todo, sin perder ni una sola nota, ni una sola imagen, ni un solo olor, ni una sola letra, ni una sola mueca, ni un solo aliento, ni una sola sonrisa. :)




Más que un movimiento, un sentimiento.